EL FERMENTO DE UN GUIONISTA DE TEBEOS En 1961, a la edad de 19 años, llevado por mi
afición y aconsejado por un guionista
conocido, me apresté a llevar a la Editorial Bruguera
un argumento escrito por mí. Pretendía que fuera dibujado por cualquiera de los
dibujantes realistas que trabajaban para la editorial. En aquel tiempo, la
empresa ocupaba las dependencias administrativas en la calle Camps i Fabrés de
Barcelona.
¿Cómo había
surgido el proyecto? De la manera más sencilla. Un conocido del barrio del
Poble Nou donde vivía, en sus ratos libres se dedicaba a confeccionar textos
para novelas populares y tebeos. Vista mi afición hacia la historieta, me animó
a escribir algún guión. Para ello, me dio unas cuantas lecciones prácticas
sobre la construcción de la línea argumental y plástica, aleccionándome en gran
manera para que lo intentara.
Tras darle
muchas vueltas y compaginando el trabajo que entonces ejercía en una empresa
textil, me puse a escribir un guión corto de historietas. Después de releerlo
varias veces, se lo presenté a Bartolomé. Él, corrigió un par de escenas
y sus correspondientes planos.
Cuando entendí
la mecánica del guión, me puse a teclear aceleradamente sobre la máquina de
escribir Hispano Olivetti de mi casa. No paré de darle a la herramienta hasta
que hube terminado el trabajo. Del intento, salió un guión para tebeo de mayor
extensión. El argumento era el de un personaje justiciero inspirado en las
lecturas de mi juventud y posiblemente era bastante malo.
Una semana más
tarde, abusando de la disposición de Bartolomé, le hacía leer los
textos de aventuras de mi cosecha. Le
pedí que hiciera una crítica pura y dura. Estaba dispuesto a encarar
estoicamente, el que hubiese compuesto un ladrillazo. Barto, después de
tres o cuatro rectificaciones que él consideró mejorables, lo vio totalmente
pausible y me habló sinceramente. El personaje de acción que yo había creado lo
encontraba bastante bueno y posiblemente, interesaría a más de un editor.
Me quedé
gratamente sorprendido con el punto de vista de Bartolomé. Animado por
sus consejos y espoleado por la visión del medio que arrastraba, decidí dar los
pasos posteriores. Así, una vez corregido el texto del héroe de acción y con el
soporte moral del guionista, aprovechando una gestión que debía hacer fuera
para la empresa donde laboraba y vestido con el traje que lucía los días
festivos, los pies me llevaron
directamente a la dependencias de Bruguera.
UNA VISITA A LA EDITORIAL BRUGUERA En aquel momento, la empresa era una
referencia importante y la primera del panorama tebeístico barcelonés y
español. Todavía estaba lejos de alcanzar su máximo nivel mundial. Mas,
tardaría pocos años en lograrlo.Cuando entré por la puerta de la Editorial Bruguera
tengo que confesar sinceramente que la emoción me embargaba.
Afloraban las
preguntas normales ¿Les gustará el guión? ¿Encontrarán interesante publicarlo?
¿O tal vez lo rechacen? Mis cavilaciones
se disiparon pronto cuando la voz de una joven muy correcta me preguntó desde
su puesto de información cual era el motivo de lo que deseaba.
Le expliqué
el motivo de i visita. Deseaba entrevistarme con la persona que dirigía el
Departamento literario o artístico de la editorial. Ella, me indicó que
aguardara un momento. Acto seguido, echó mano del teléfono e hizo una llamada
breve. Al cabo de cinco minutos, que me parecieron un siglo, se presentó la
Secretaria del Director Técnico de la editorial.
Me recibió
cordialmente. Después de saludarnos, me dijo que su jefe el Sr. Rafael
González era quien debía haberme atendido. Por encontrarse en una
reunión me pidió que le dejara el guión que llevaba conmigo y se lo entregaría
en mano. Caso de que en el plazo de 15 días no hubiese recibido ninguna
respuesta por parte de la editorial, podía pasar a recoger mi escrito. El hecho
comportaría que había sido rechazado. Nos despedimos. Yo salí de Bruguera
escopeteado de moral.
Pero, al
mismo tiempo, los nervios empezaron por apoderarse de mí tan pronto pisé la
calle. El corazón empezó a latir aceleradamente. Quería tranquilizarme y a la
vez era incapaz de poder hacerlo. Entré en el primer bar que me tropecé camino
de casa y pedí una limonada fría. En cuanto estuve refrescado, pagué la
consumición y me marché. En el tranvía de regreso al hogar, pensé que la espera
se me haría larga.
Preferí
callar la visita a Bruguera a mis padres. Si la cosa resultaba y
la empresa aprobaba quedarse el personaje, les daría una sorpresa,
especialmente a mi padre a quien la lectura de tebeos y novelas le parecían una
simpleza. Pese a mis temores la espera fue corta. Cuarenta y ocho horas
después, recibí la llamada de la Secretaria citándome aquella misma semana para
sostener una entrevista.
LA FRUSTRACIÓN Estaba especialmente contento tal como
se presentaban las cosas y empecé a divagar y a hacer planes de futuro. Para el
día de la entrevista pedí una jornada de asueto en la empresa --donde me
parecía que perdía el tiempo--, para resolver asuntos propios. Llegada la hora
enfilé camino de la editorial. Una vez allí, me atendieron cortesmente igual
que en la inicial visita. La Secretaria me hizo pasar inmediatamente al
despacho del Sr. Rafael González. Al interfecto, le
eché una mirada rápida.
González, era un hombre de espigada estatura y
de complexión delgada. Unas facciones muy marcadas enmarcaban unos ojos
acerados que parecían perforar todo cuanto caía al alcance de sus ojos. Nos
estrechamos las manos. Segundos después de sentarnos, el anfitrión pasó
enseguida a hablar del tema. Con toda claridad me comentó que el guión –estaba
abierto al lado de su brazo izquierdo--, había gustado mucho al Comité Asesor
de la editorial. Mi corazón empezó a agitarse y se puso en marcha como si
corriera una competición de velocidad. Se paro repentinamente cuando González
continuó hablando.
-Señor Delhom. La empresa puede darle trabajo como
colaborador externo. Es decir, de momento, usted trabajaría en su casa. Dentro
del tiempo acordado, nos iría suministrando los textos de las historietas que
se le encargaran. Debo decirle, que hoy por hoy, nuestra necesidad mayor es
disponer de guiones de EL CAPITÁN TRUENO.
EL CAPITÁN TRUENO-Extra nº16 - Inicio (1960) Ambròs-Víctor Mora
El alma se me cayó a los pies. ¡Yo que pensaba con mis héroes y me ofrecían redactar textos para una publicación creada por otros autores!. Aquello me parecía de mal gusto. Entonces, no comprendí que las editoriales estaban para ganar dinero. ¡Pasaban de lo sueños románticos de un aficionado! Mi héroe de ficción a lo que se ve, poco interesaba. El guión policíaco escrito por mí, de nada se parecía al medieval porqué era continuar , con las aventuras de EL CAPITÁN TRUENO. Contesté.
-Señor González,
lo siento de verdad. Mi deseo era que ustedes dieran a dibujar mi guión a
cualquiera de los dibujantes que estuvieran actualmente trabajando para Bruguera. No me interesa seguir escritos
creados por otros autores. Agradezco su propuesta. Lamentandolo mucho
debo decirle que esta posibilidad no me interesa.
-¡Qué
lástima-contestó González. -Le podríamos pagar un precio
aceptable para empezar. Luego se lo aumentaríamos con el tiempo. Si se lo
piensa y decide trabajar con nosotros, aquí tiene las puertas abiertas para
cuando usted guste.
Después,
volvimos a saludarnos y me marché entre decepcionado y contento de Bruguera.
Satisfecho porqué comprendí que a pesar del fracaso servía para confeccionar
guiones para los tebeos. Una pena al ligar el trabajo de escritor con puntos de
vista equidistantes por parte de la editorial y estar en desacuerdo con el
trabajo a realizar. Salí bien de una prueba a pesar del resultado último.
EL REY DE LA JUNGLA nº7 - (1948) - Pedro Alférez-Pedro Quesada
De vuelta al hogar, decidí dejar la propuesta como guionista profesional porqué era poco
interesante económicamente. A pesar de que los números planteados por la
editorial estaban ligeramente por
encima de lo que ganaba en mi empresa, debía hacerme autónomo por lo que perdía
en ingresos caso de escoger esta solución. Además, la cobertura que daba la
Seguridad Social era mucho más amplia si era empleado.
En lugar de
buscar otras opciones para mi guión, decidí tirarlo a la papelera, cosa que al
final cambié por aparcarlo en el baúl de los Proyectos irrealizables. Con el tiempo, lo llené de otros intentos. Me prometí y creo
haberlo cumplido, que jamás volvería a presentar ningún otro texto para ser
editado por ninguna editorial comercial. Seguiría como simple aficionado a los
tebeos, lo que siempre había sido. ¡Y así acabó aquel intento!
PERMISOS DE EDICIÓN POR PARTE
DE BRUGUERA No obstante, la buena impresión que me
causó a primeras de cambio Bruguera y su cabeza visible Rafael
González, me sirvió a partir de 1975 y siguientes, cuando estaba al
frente de la sección editorial del CAH. En esos años, le
mandé una carta a González para que autorizara la redición de
alguno de los personajes de la editorial.
El material correspondía a
la década de 1940. Una semana más tarde,
recibía la autorización de editar varias de las opciones escogidas y de forma
gratuita. Me puse la mar de contento al haber logrado su aprobación.
La
explicación de ser un Club de aficionados a los tebeos, con un tiraje bajo y
sin ánimo de lucro, convenció a González del todo. Aparte, con el
escrito le remití unos cuantos Boletines y unas muestras del personaje DICK
NORTON publicado por el CAH. De esta manera, pudimos editar en
un corto espacio de tiempo los cuadernillos de EL REY DE LA JUNGLA,
AGUILA NEGRA y EL CABALLERO DE LAS TRES CRUCES
junto con el álbum SANGRE EN BIZANCIO.
EL CABALLERO DE LAS TRES CRUCES nº 1 - Inicio (1948) Angel Pardo-Pedro Quesada
Cada vez que
remitía a Rafael González alguna de las rediciones emprendidas en el CAH,
recibía la correspondiente llamada de teléfono, agradeciendo el envío de
varias colecciones. Eso me animó años
más tarde para.... No quiero adelantar acontecimientos y con esta líneas cierro
este capítulo de mi experiencia positiva con la Editorial Bruguera.
Poco después, entablaría una larga y provechosa relación personal con Rafael González. Esto lo cuento en otro larguísimo Capítulo de ENTRE TEBEOS, dedicado a su persona.
(FIN DEL
CAPÍTULO)
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