EL
DESCUBRIMIENTO DE UN CLUB DE COLECCIONISMO
Durante la primavera de 1971, encontrábame con mi pareja –embarazada de 3 meses--, dando uno de los largos paseos que a menudo realizábamos por las calles barcelonesas. Por cierto, esa sana costumbre la seguimos manteniendo todavía. Aquel lejano año, la curiosidad nos hizo leer un rótulo colocado en el ángulo derecho de la puerta de la calle de una casa situada en la Gran Vía de Barcelona y muy cercana al Passeig de Gràcia que decía: ASOCIACIÓN DE COLECCIONISTAS.
Durante la primavera de 1971, encontrábame con mi pareja –embarazada de 3 meses--, dando uno de los largos paseos que a menudo realizábamos por las calles barcelonesas. Por cierto, esa sana costumbre la seguimos manteniendo todavía. Aquel lejano año, la curiosidad nos hizo leer un rótulo colocado en el ángulo derecho de la puerta de la calle de una casa situada en la Gran Vía de Barcelona y muy cercana al Passeig de Gràcia que decía: ASOCIACIÓN DE COLECCIONISTAS.
Una gruesa
puerta de madera de roble daba entrada a un majestuoso edificio modernista del
pasado siglo que permanecía abierta. Mi pareja y yo, entramos. Segundos
después, un conserje bien uniformado y solícito nos preguntó el motivo de
nuestra visita. Al indicarle que queríamos ir a la Agrupación cuya señas leímos
fuera, nos indicó que subiésemos al primer rellano.
Así lo hicimos y
llegamos sin novedad ante el dintel de una puerta que llevaba en el frontal la
identificación correspondiente. Pulsamos el timbre y automáticamente, desde el
interior nos abrieron la puerta. Entramos en la que parecía ser una vasta sala
de más de 150 metros cuadrados. Nos sorprendimos ante la exquisitez que se presentaba a
nuestros ojos. Unas vitrinas de estilo imperio
--serian unas 12 aproximadamente--, mostraban claramente que todo aquel
material pertenecía a un grupo de “chalados” conocidos con el apelativo de
coleccionistas.
Un hombre de
unos 45 años, grueso y de mediana estatura, se aproximó con una sonrisa en su rostro. Se presentó
como el Secretario de la Asociación. Después de dirigirnos un saludo, inquirió
el motivo de nuestra presencia allí y recalcó si éramos coleccionistas.
Entonces, hablé yo. Le dije que un impulso repentino dirigió nuestros
pasos hacia aquella entidad.
Comenté que en
tiempos pasados fui un ávido lector y coleccionista de tebeos y libros. En la
actualidad mi deria estaba adormilada pero seguía estando viva. Mi esposa
corroboró mis palabras afirmando y entrando también en aquella conversación
distendida. En aquel
momento, pensé que aquello parecía una casualidad que tenía cierta relación con
el pasado cercano.
Porqué meses atrás, durante las vacaciones y en un viaje que
hice con mi pareja a Italia, en una tienda de Roma encontré la redición de un
tebeo de origen italiano que impreso en Barcelona en 1952. Compré toda
la colección. De regreso a Barcelona la releí. El idioma transalpino dejó de
ser un problema al entender perfectamente la trama.
El Secretario de
la ASOCIACIÓN DE COLECCIONISTAS nos hizo pasar para que viéramos todo el
material del que iban surtidas las vitrinas. Observé toda aquella riqueza
conservada en muy buen estado. Pensé que gracias a muchos aficionados como
aquellos, los Museos del mundo estaban repletos de obras de arte de distintos
campos. Por haber, los expositores ofrecían un
abanico amplio de objetos. Desde diminutas muestras de filatelia y de numismatica pasando por gozos impresos
en papel.
Me sorprendió contemplar una unidad de soldados de plomo de la
infantería inglesa de la 2ª Guerra Mundial con su correspondiente motorización:
vehículos, tanques, camiones y orugas que asemejaban saludarnos
marcialmente. También, programas de mano de cine, minerales, armas: pistolas
antiguas, puñales, dagas y una bomba de la guerra europea de 1914. En un
espacio mayor habían expuestas varias revistas ilustradas y unos pocos tebeos.
Recogidas en un
ángulo de la pared, unas variopintas y coloristas mariposas parecían decirnos
“hola”, incrustadas en unos marcos decorados con exquisitez. Aquello fue lo que
menos me gustó. Nunca he contemplado exhibir
a ningún animal como trofeo o captura. En otro rincón, colgados del
techo como si fuesen chorizos de Cantinpalo, se hallaban diferentes bastones
con empuñaduras artísticas. Me hicieron gracia unos fusiles arcaicos que
parecían, por lo menos, de la guerra de Cuba. Estaban adosados a manera de
lienzos en una de las paredes del recinto, igual como si se tratase de
pinturas.
MISTERIX - Tebeo original italiano (1970)
Una vez finalizamos de admirar semejante cuadro expositivo, acabamos la visita. El Secretario nos acompañó hasta la puerta. Antes de despedirnos nos hizo saber que los Socios se reunían cada jueves lectivo a partir de las cinco de la tarde. Caso de que deseáramos ir cualquier semana, si le avisábamos, se pondría en contacto con el único coleccionista de tebeos de la entidad.
Con
toda puntualidad, siete dias más tarde me llegué sólo a la Asociación de
Coleccionistas. Algo llevé conmigo. De casa separé la colección italiana de
MISTERIX y dos tebeos de SUPERMAN, de la mexicana Editorial
Novaro, adquiridos años atrás en un quiosco de mi ciudad. Pude hablar
con el Secretario quien me confirmó la presencia de
Josep M., el
aficionado a los tebeos.
Conversaba con algunos de los Socios de la entidad, cuando se acercó el
Secretario con Josep M. Tras hacerse las presentaciones de rigor,
en seguida me dí cuenta que M., era un entusiasta coleccionista. Le
enseñé el material que traje conmigo. Él lo observo detenidamente. Después, me
hizo una perorata de varios minutos sobre los tebeos. Remarcó con vehemencia la
importancia de coleccionar los tebeos originales.
Comentó que para
todo coleccionista de verdad, era inadecuado conseguir rediciones como la de MISTERIX.
Me hizo un panegírico de la excelencia del coleccionismo de tebeos. Se explayó
acerca de las editoriales importantes, de los autores y de los títulos de
aquellas colecciones que según él, presumía eran emblemáticas. El entusiasmo
contagioso de M., consiguió en principio despertar mi curiosidad.
Poco a
poco logró transmitirme sus sensaciones hablándome de las últimas adquisiciones
que había logrado acudiendo al Mercat de Sant Antoni. Quedé atónito al
encontrarme con una persona que durante mucho tiempo iba y venia Domingo sí y
otro también, en busca de aquellos tebeos que le faltaban de las colecciones
que tenia a medias. Incluso me habló
del intercambio sin pausa que mantenía con otros aficionados. Me puso por las
nubes los personajes EL DIABLO DE LOS MARES y EL
ENMASCARADO DE BAGDAD de autoría española junto a otros italianos
y norteamericanos que le impactaron de forma especial.
EL DIABLO DE LOS MARES nº - Inicio (1947) - Ferrando-J. B. Artés
Hasta entonces
creí que los trueques de cromos y tebeos se quedaron en el baúl de los
recuerdos y que se trataba meramente de pasatiempos escolares y juveniles.
Nunca pensé que entre adultos se diera semejante mercadeo. Aquel día, salimos
cerca de las nueve de la noche de la ASOCIACIÓN. Nos estrechamos las
manos y quedamos en vernos a las nueve de la mañana del Domingo siguiente, en
un bar cercano al Mercat de Sant Antoni.
Así, unos días
más tarde después de tomarnos un café, acompañado por Josep M.,
pude acercarme a la parada que ocupaban los Sánchez, padre e hijo, en el
Mercat. Tuve la ocasión de volver a saludarles, después de 8 años de
haber perdido el contacto con ellos.
En ese tiempo,
los Sánchez eran unos comerciantes reconocidos fuera y dentro del
dominical, Mercat. Tras el nuevo
encuentro con los Sánchez amplié el fondo de tebeos, me hice comprador
habitual y sellé un compromiso duradero. Durante lustros, reanudé con ellos una
relación comercial muy fructífera.
ME
CONVIERTO EN COLECCIONISTA DE TEBEOS
Siempre tendré
una muestra de gratitud hacia Josep M. Mi primer encuentro cambió totalmente mi visión del mundo
de los tebeos. Junto a él, me animé a empezar a coleccionar sin saber realmente
el que y el como. Sus expertos consejos, como veterano que era, me allanaron el
camino. Luego, M., me presentó a
diferentes aficionados conocidos suyos. Esas personas, eran cada fin de semana,
las que marcaban la pauta de los encuentros entre todos ellos.
Unos dias más
tarde me hice Socio de la Asociación. En ella estuve cerca de un año.
Allá, poca cosa pudimos hacer salvo participar en una muestra colectiva con
unas pocos tebeos de los que disponíamos ambos. Luego, M. y yo nos
desviamos hacia una entidad más pequeña de coleccionistas. En ella, nosotros éramos
un parte importante. En la anterior, apenas representábamos nada. En el nuevo
grupo --llamado GERMANOR BARCELONINA--, permanecimos un
poco más, aunque por razones de organización cerró las puertas antes de lo
esperado.
LA PRIMERA EXPOSICIÓN DE TEBEOS
EN BARCELONA Antes de la clausura y junto con M.,
nos dio tiempo a preparar una Exposición de tebeos españoles --creo que fue la
primera--, partiendo de fotos ampliadas en blanco y negro. Ambos seleccionamos
lo que consideramos era lo más representativo de la posguerra civil, entre 1939
y 1965. En la Muestra se pudieron ver las reproducciones tanto de portadas como
de páginas interiores.
Un intento de
forofos de dar a conocer nuestro importante acervo cultural y que cosechó muchas visitas. Entre un montón de portadas
interesantes destacaron especialmente algunas como EL CAPITÁN ENIGMA, FLECHA NEGRA, CANTINFLAS Y CATETO y otros tan o más interesantes..
EL CAPITÁN ENIGMA nº1 - Inicio ( ) Emili Boix
En una de ellas, un joven Joan Navarro, se interesó por alguna de las muestras colgadas. También asistieron el aficionado Vicenç Sánchez y el dibujante Pedro Alférez. Con los dos primeros empezó una larga relación que cristalizaría unos años más tarde en la realización de un proyecto compartido. Con el dibujante su amistad nos unió hasta el fin de sus días.
Mas, nunca
llueve a gusto de todos porqué la tempestad estaba a punto de estallar. Tiempo
después y con un bagage amplio de experiencias mutuas dentro del coleccionismo de tebeos, sucedió
un hecho grave, el cual en su momento, nunca entendí del todo. Mi amigo Josep
M., tuvo un desgraciado lío de faldas al que siguió su desaparición
temporal y el abandono de su familia. Ese percance lo conocí por los Sánchez
del Mercat de Sant Antoni.
FLECHA NEGRA nº13 - Inicio (1949) - Boixcar
Estuve un mes sin recibir noticias de M. Cuando las tuve, me explicó sin dar demasiados detalles, que de de forma apresurada se desprendió de todas sus colecciones de tebeos –unas 20--, a un precio irrisorio. El dinero lo necesitaba para pagar favores de.... En fin, una verdadera desgracia que siempre lamenté, especialmente por los suyos. Quedé frustrado al saber que M., al que consideraba mi amigo y compañero de intercambios y actividades diversas, se había deshecho de todas sus colecciones. Consideré que por lo menos, podía haberlo comentado.
Ni siquiera me dio la oportunidad de quedarme con algo suyo. En fin, el factor humano nunca deja de sorprender. A partir de entonces, prometí –lo he cumplido hasta ahora--, que en mi caso, sólo vendería algo propio en un caso de extrema necesidad o para socorrer a los míos. En ningún otro caso aceptaría propuestas de venta. Sólo me comprometí a intercambiar un material concreto por otro similar.
Después de la la
huida hacia adelante de M., nos distanciamos. Él se sentía avergonzado ante aquella situación y quiso
romper el puente fraternal que nos unía. Nos vimos pocas veces más hasta que
voluntariamente desapareció del mundo del coleccionismo. Fue una verdadera
lástima. Mientras yo perdí a un amigo, el mundo de los tebeos dejó de tener a
un intrépido rastreador del mercado y a un
gran entusiasta. Gracias a conocerle pude entrar nuevamente en ese
fabuloso mundo onírico y fantasioso.
CANTINFLAS Y CATETO nº47 - Inicio (1945) - A. Peris
Pude parar el golpe de aquella contrariedad. Me repuse de la forma más cercana a las vivencias compartidas con M. Por ello, estreché el contacto con distintos coleccionistas –algunos con el paso del tiempo, aunque pocos, se convirtieron en amigos--, con los que a través de contactos directos semanales, pude realizar diversas operaciones de intercambio o compra de tebeos.
Entre los
recuerdos de aquellos dias, me suenan los nombres de los aficionados de mayor
peso y con los que compartí diferente operaciones. Entre los más
importantes, Alberich, Julio Baños, Antoni Bonastre, Andrés Candomeque, Paco
Desplán, Juanjo de la Fuente, José
Luís Elía, Josep Gassó, Raimundo Iglesias, Jaume Llorens, Lluch,
Josep Martínez, Fernando Núñez,
Juan Miguel Pascual, Josep M. y Josep Torné, todos ellos
afincados en Barcelona y provincia.
Un día apareció
por el Mercat de Sant Antoni, como caído del cielo y procedente de Valencia, Miguel
Angel Aparicio. Con la intervención, amistad y consejos de Aparicio, entré de lleno a coleccionar.
En ocasiones, intercambiamos puntos de vista contrapuestos, criticando a
ciertos autores, magnificando a otros y ensalzando a diversas editoriales.
Un año más
tarde, la figura emergente de Luís
Esquiró de Madrid, añadió un plus de rivalidad entre la capital y
Barcelona.
Sus operaciones de compra, búsqueda y venta de tebeos o similares,
siempre fueron altamente estimulantes. Creo que en gran manera, activaron los
resortes de un adormilado campo del
coleccionismo en general lastrado por una monotonía insultante. Esquiró que tuvo sus más y sus menos –por
rivalidad compradora--, con diferentes aficionados de Barcelona y de
provincias, siempre se portó generosamente conmigo. En mi época de
Vice-Presidente del CAH me proporcionó un buen número de colecciones
para que las distribuyera entre los Socios y ¡A precios asequibles!
Con Esquiró realicé
diferentes intercambios de tebeos. En un momento que se desprendió de todas sus
colecciones, ante la imposibilidad de poder quedarme todo el material, tuvo la
deferencia de reservarme unas cuantas que me interesaban. Posteriormente, en
una de sus arribadas frecuentes a Barcelona, me las entregó a un precio muy
razonable.
CASIANO BARULLO nº 12 - Inicio (1944) - Ramon Beyloc
Con el paso de los años, establecí relaciones de intercambio con diferentes coleccionistas de provincias: Jesús García y Juan Damián Hernanz de Madrid; Eduardo Hernández de Zaragoza junto a Alfonso Prieto de Cádiz junto a otros. De todos ellos guardo un buen recuerdo. Especialmente un intercambio con este último aficionado y con alguno de la capital de España.
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