EJERCIENDO DE COLECCIONISTA
Los contactos semanales con los aficionados barceloneses que acudían al Mercat de Sant Antoni, me ayudaban a mantener el espíritu de buscador de cuadernos raros, almanaques desconocidos, colecciones inencontrables y piezas sueltas. Era una actividad creciente que siempre consideré algo más que una distracción y afición.
Los contactos semanales con los aficionados barceloneses que acudían al Mercat de Sant Antoni, me ayudaban a mantener el espíritu de buscador de cuadernos raros, almanaques desconocidos, colecciones inencontrables y piezas sueltas. Era una actividad creciente que siempre consideré algo más que una distracción y afición.
Algunas de las colecciones intercambiadas o compradas a diferentes aficionados
Creo que realicé los más fantásticos cambios de tebeos con muchos y variados aficionados. Casi cada semana había una operación que otra que poder terminar. ¡Aquello parecía jauja! Siempre metido ENTRE TEBEOS, tengo que confesar que fueron mis amigos posteriores, Ramon Florensa y Paco Baena, quienes más me motivaron y me empujaron a tomar decisiones importantes en mi vida (1).
(1) Por ser
un punto importante en mi carrera de coleccionista primero y como investigador
después, hablo largo y tendido en otros capítulos de ENTRE TEBEOS, de la amistad, de la personalidad y de
la influencia que determinaron el encuentro primero y el contacto fluido
posterior con Baena y Florensa.
Aquel trajinar
de cuadernillos de aventuras, de humor, monografias y lotes de diversas
colecciones así como un sin fin de ejemplares sueltos, levantaron una gran
expectativa entre la mayoría de aficionados. Especialmente activos, se mostraron todos los fieles compradores
habituales del Mercat de Sant Antoni, en aquella época, llamada también
La Catedral de los tebeos. Aquel sin parar de mover material me ayudó mucho a
poder dedicarme posteriormente a la investigación. ¡Gracias amigos!
Un día, tuve la
fortuna de conocer la revista de información y estudios de la historieta, BANG!
La publicación era dirigida con certera visión del panorama tebeístico español
por Antonio Martín Martínez, un investigador conocedor del mundo de los
tebeos editados en España. Quedé
estupefacto al ir hojeando las páginas del primer número que adquirí de BANG!
Un domingo
soleado, encontrándome en el Mercat de Sant Antoni, el historietista Antonio
Pérez (Carrillo), a quien
conocí meses atrás, me presentó a Antonio Martín. Siempre he creido que
en aquel momento, mi persona debió resultar algo cómica al hablar como
coleccionista a un “guru” de los tebeos.
Lo que sí puedo afirmar es que aquel
encuentro resultó interesante para ambos. Tras una breve
charla en el Mercat, quedé con Antonio Martín para vernos en su
casa una semana más tarde. De aquella visita y otras que realicé espaciadas en
el tiempo, siempre hablábamos de lo mismo, de lo “nuestro”, de los tebeos y su
entorno. Aprovechamos para intercanviar algunos cuadernos. Me llamó la
atención, que en esos años, Martín hacía acopio de todo lo relacionado con el papel antiguo que
pillaba. Me pareció muy bien esta actividad de estudioso y aficionado a la vez.
En un momento
dado, me plantee para más adelante, poder escribir algún artículo para BANG!.
Desgraciadamente, llegué tarde porqué la revista cerró sus puertas antes de ser
posible. Únicamente insertó un trabajo en colaboración.....del que hablo en
otra parte.
El haber
pertenecido al Club DHIN y al fracasado intento de reunir en él tanto a
los profesionales historietistas como a los aficionados en un trabajo conjunto,
me espoleó a buscar caminos nuevos donde poder orientar mi afición.
Antes y
después de su colapso pude conocer a varios de los más prestigiosos dibujantes
y guionistas de tebeos afincados en la ciudad Condal. Son
los casos de Arnalot --y sus proyectos irrealizables--, la família Blasco –unos trabajadores
fecundos de la historieta--, Buxadé –un artista irreflexivo de pluma y
pincel extraordinarios--, Ramón de la Fuente –un soñador de la
historieta--, Manuel Gago –fabulador de un universo de aventuras
medievales y otros campos--, y que murió prematuramente.
También,
Hidalgo –la fotografía y el tebeo reunidos en un personaje único--, Iranzo –un creador de aventuras
imprescindible y humorista nato--, Roso, un magistral artista en todos
los campos del grafismo. Como la vida y milagros de Víctor Mora, el más
conocido guionista barcelonés de la posguerra. Este es un avance de muchos más
autores quienes irán apareciendo paulatinamente en estos capítulos,
especialmente el dedicado a ellos en particular.
La creación en
1975 del CAH (Club Amigos de la
Historieta) propició que entré a conocer y frecuentar el trato con nuevos
amigos. Entre los mejores, tuve la fortuna de conocer y establecer relaciones
con Paco Baena y Ramon Florensa. De los cambios pasamos a una
colaboración intensa en el Club y fuera de él. De
Miguel Angel Aparicio conservo muy buenas vibraciones por todo cuanto le
debo. De Aparicio, recuerdo especialmente con agrado, la visita que
realicé a su casa acompañado por Baena y Florensa y que duró más
de 8 horas. Y aquella antológica reunión empezó de la siguiente manera.
Un fin de semana
del mes de julio de 1977, aprovechando que ninguno de nosotros tenia otra cosa
que hacer, me junté con Baena y Florensa y después de quedar
telefónicamente para vernos con Aparicio, iniciamos una excursión con
destino a Valencia que duro un par de días. Partimos el sábado al mediodía y
realizamos el trayecto con el automóvil de Baena. Llenamos el depósito
de gasolina y salimos enseguida a la carretera.
Poco después,
enfilamos la autopista. Aún faltaba un poco para llegar a las dos horas de la
partida cuando empezamos a notar que apretaba el hambre. Hicimos un alto en el
camino deteniéndonos en un restaurante de la ruta. ¡Oh, desgracia! En mala hora
tuvimos la ocurrencia de entrar en aquel establecimiento. Al cabo de un
buen rato de estar estoicamente sentados aguardando que alguien se acercara y
aguantando un calor de mil diablos, llegó un pundoroso maitre que nos presentó la carta. Todos pedimos espaguetis de
primer plato.
De segundo, Baena escogió un entrecot, Florensa un
solomillo y yo un bistec hecho. Cuando nos sirvieron la pasta, nos dimos cuenta
que era incomible para cualquiera de nosotros. En lugar de una
pizca de sal, parecía que hubieran arrojado allí medio Mediterráneo. Hicimos
una seña. El maitre obsequioso,
preguntó que deseábamos. Le hicimos probar uno de los platos. El hombre casi se
atraganta. Hizo que nos volvieran a traer otros. Erre que erre, los espagueti
eran igual de salerosos que la primera vez. Desistimos del entrante y pasamos a
pedir el segundo plato.
¡Oh, casualidad!
Ninguno de los tres pudimos probar tan “deliciosas” viandas. Una de las carnes
parecía un tizón, la otra chorreaba sangre y la última parecía la rama seca de
un árbol. Cabreado como un mono exploté enfadado, mientras mis amigos se reían
de aquella chusca situación. Florensa, esbozando una sonrisa burlona, le
preguntó a uno de los camareros si podían hacernos una tortilla a la francesa
–sin sal, porqué en todo caso se la añadiríamos nosotros--, servida con
rebanadas de pan con tomate y un poco de queso –plató típico de Catalunya--,
para ver si podíamos matar el gusanillo.
En esta ocasión
comimos sin problemas. Al final, tomamos unos postres generosos que por suerte
merecieron todos los honores. En el momento de pagar, el restaurante se excuso
por la comida –dando entender que aquel día alguién saboteó la mayoría de los
servicios del comedor--, y quedamos medio convencidos por sus explicaciones. No
nos cobraron nada y salimos del establecimiento con el mismo dinero en el
bolsillo con el que habíamos entrado.
Puestos de nuevo
en ruta y para mitigar el aburrimiento, Florensa propuso un juego de
adivinanzas. Consistía que uno de nosotros presentara el título de un tebeo o
personaje español y los demás, debíamos adivinar la editorial, revista o en su
caso, los autores gráficos y literarios. No recuerdo
quien acertó más características de las apuntadas, lo único que me viene a la
memoria es que ha sido uno de los mejores viajes de mi vida compartido con camaradas.
Así pasamos el rato tanto en el camino de ida como en el de vuelta. Era un
juego de niños que resultó divertido.
¡Y
es que casi un niño venía con nosotros! Florensa,
a la sazón, tenia 17 años. Su precocidad le había hecho comenzar a coleccionar
muy pronto, a los 14 años y en plan modesto. En el CAH apoyado por Baena y por mí, tomó carrera acelerada y en pocos años, se
convirtió en un especialista consumado tanto de los tebeos como de diversos
campos del coleccionismo. Siempre admiré de él, su capacidad innata para
descubrir lo que nadie había advertido y adquirir todo tipo de piezas a precios
irrisorios.
EL UNIVERSO EN GUERRA (1936) - Jaume Tomàs-Huertas Ventosa
Florensa, siempre fué un verdadero lince para
los negocios. Llegados a la capital del Turia y reunidos con Aparicio, aprovechamos
para tener una larga y generosa tertulia. Entre
diversos temas, en la extensa charla abordamos la posibilidad de convertirnos
algun día en editores de tebeos (1).
(1) Todos nosotros, de alguna manera, acabamos siéndolo con mayor o menor acierto. Baena con Aparicio, editaron un preciosos álbum de CUTO-TRAGEDIA EN ORIENTE. Baena junto a Ramón Florensa publicaron EL UNIVERSO EN GUERRA, LOS TAMBORES DE FU-MAN-CHU y LA ISLA DEL TESORO y colaboraron en distintas redicionees del CAH. Asímismo, Baena en solitario se encargó de la realización de BREU HISTÒRIA DE CATALUNYA en 3 tomos, un trabajo de lujo encargado por La Caixa.
Años más tarde, Baena con sus extraordinarias y cuidadas ediciones de temáticas del coleccionismo no ha tenido rival. Un ejemplo, sus magníficos libros, entre otros, EL PROGRAMA DE MANO DE CINE EN ESPAÑA, SOLIGÓ, EL CARTEL DE CINE EN ESPAÑA y LA EDITORIAL MAGA. Mi labor de modesto editor ahí queda reflejada en varios capítulos de ENTRE TEBEOS.
De regreso a
Barcelona, nos llevamos unas cuantas colecciones de tebeos que le compramos.
Yo, salí especialmente contento del viaje. Aparicio me sugirió que le
comprara su Archivo de tebeos, cosa que me apresté a hacer sin pensarlo dos
veces. Esto siempre se lo agradecí, más sabiendo que otros coleccionistas se
interesaban por su adquisición y que le daban más dinero. Después de adquirir
su Archivo, lo amplié hasta reunir el que tengo en la actualidad. Me ha servido
para empezar a estudiar las diferentes colecciones de tebeos hispanos y
trabajos posteriores.
Almanaque (1952) - Portada: Manuel Gago
En diferentes ocasiones, tuve estrecha relación comercial con Aparicio. La camaradería formaba parte del ritual. Actuaba siempre con la dualidad amistad-comercio, sin pasarse nunca. En las ocasiones en que se presentaba por casa o previamente me llamaba para quedar para vernos, llevaba consigo tebeos interesantes. Recuerdo especialmente la última vez que nos vimos.
Era una visita
que concertó en CERCLE DEL CÒMIC. Llegó en tren a la ciudad Condal, un
domingo por la mañana. Con él, traía una importante y valiosa cantidad de
tebeos. Esta fue nuestra última entrevista. La recuerdo como si se tratase de
ahora mismo.
Almanaque (1945) - Portada: Ayné
-Hola Jose María. ¿Qué tal estás?-me saludó, Aparicio.
-¡Muy bien!
¿Y tú...?-le contesté.
-Voy tirando.
Te he traido un montón de colecciones y Almanaques para que contentes a muchos
de los Socios de CERCLE-mientras hablaba, del maletón que trajo consigo de Valencia empezó a extraer
cuadernos. Encima de la mesa se mezclaron las 25 colecciones cortas de la Valenciana
y de otras editoriales españolas junto a los Almanaques de
aventuras. Se formó un abigarrado montón de papel impreso.
-Gracias-le dije. Después pasamos a hablar como
de costumbre de la temática de siempre, los tebeos. Quiso saber si seguiría con
las ediciones de personajes españoles ahora que estaba al frente de CERCLE.
Le contesté que sí. Por descontado que continuaría editando a los autores
españoles. Se nos hizo la hora del almuerzo y nos fuimos a comer a un
restaurante cercano. Por la tarde, nos despedimos con un abrazo. Nunca más lo
volví a ver. A lo más, escuché alguna vez su voz a través del teléfono,
saludándome a mí y a mi pareja, de la cual guardaba un gran recuerdo. Nada más.
Transcurrieron
unos cuantos años. Por el común amigo Baena, me enteré que la vida
profesional de Aparicio le colocó en una situación de penuria. No pudo o
supo salir de aquella situación anómala pese a que se le ayudó a poder hacerlo,
especialmente por parte de Baena.
Al final, la
depresión consiguiente y un estado paupérrimo de vida le llevaron a un final
indeseado. Con la muerte trágica de Aparicio me quedé sin uno de mis
mejores amigos. El coleccionismo de tebeos perdió a todo un caballero, a un
conocedor de primer nivel y a un defensor de la historieta valenciana.
Almanaque (1950) - Portada: Manuel Gago
¡Un abrazo donde te halles Miguel Angel ¡Nunca podré olvidarte.
(FIN DEL CAPÍTULO)
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