viernes, 22 de enero de 2016

I-El Club DHIN

                           
NACE UN CLUB DE PROFESIONALES DE LA HISTORIETA                                             Durante 1972, un grupo de dibujantes creó el Club DHIN. Su pretensión era la de poder incorporar a sus filas a todos los historietistas profesionales de España. Su Presidente, uno de los Fundadores, Francesç Macián, siempre resultó ser una persona soñadora igual que lo fue gran parte de su vida.



César López

El DHIN, tenían como objetivos principales, el de hacerse notar porqué estaban bien vivos y poder recuperar frente a los editores sus derechos de autor, realizar Exposiciones, hacer cursos de dibujo de historietas,y formar un frente común para editar sus propias obras. El Club DHIN --cuando permitió la incorporación de aficionados a sus filas pasaba por un momento difícil --estuvo a punto de ser clausurado y fue salvado “in extremis”, al ser
nombrado Bosch Penalva, Presidente de la Asociación. 

Bosch Penalva, con la visión que su empuje le permitió, dio con las teclas necesarias  para salvar a la entidad con la ayuda de varios Socios, especialmente Alférez, Carrillo y alguno más. Por esta razón, el Club alargó su existencia unos cuantos años más. Entonces, Bosch Penalva, por desgracia, la había dejado de presidir .
  
FORMO PARTE DEL CLUB DHIN                                                                                       En ese espacio temporal, porqué calculo que seria sobre el año 1973, ocurrieron diferentes cosas que hicieron que mi perspectiva que tenia respecto a los tebeos, mayormente hispanos, cambiara del rojo al amarillo. Mi amigo, el dibujante Pedro Alférez en uno de nuestros habituales contactos, me habló de la creación del Club de Dibujantes.

José Lanzón 

Y una parte por su culpa o la suerte se conjugaron para que el DHIN permitiera  incorporar a sus filas a los aficionados. Uno de los motivos, seguramente debido a la presión que hicieron algunos autores como Carrillo y el propio Alférez. El otro, por culpa de que el DHIN, había evitado su desaparición hacía escasos meses. Poco después de asociarme, también lo hicieron estudiosos y aficionados, entre ellos, Antonio Martín, Josep M., y algunos coleccionistas.

Desde el momento de integrarme al DHINl, les ofrecí mi colaboración entusiasta sin pedir nada a cambio. Nunca tuvieron en cuenta cuantas propuestas formulé. Tampoco del resto de Socios, que sin ser profesionales, habían tenido la ilusión en darse de alta para poder participar en el proyecto. 
                                            
A finales de 1974, me encontraba ultimando con un grupo de aficionados a los tebeos el fundar el CAH (Club Amigos de la Historieta), una Asociación Cultural parecida al DHIN. Con menos pretensiones, tratamos de unir a coleccionistas y forofos a su alrededor. Pensando que podía ser interesante para el DHIN, unir ambos destinos, desgraciadamente constatamos que los dibujantes querían ir solos por el mundo.


Joan Boix

Pese a las buenas intenciones del presidente del DHIN, el carismático  Antoni Bosch Penalva, su secretario Pedro Alférez y el Vocal, Antonio P. Carrillo, la propuesta de sumar los esfuerzos de los aficionados a la Junta Directiva fue rechazada por la mayoría del resto de miembros, después de ser discutida ampliamente y perder por un sólo voto. Al resto de la Junta, les pareció inadecuado que unos “simples” aficionados pudiéramos decidir parte de lo que debía emprenderse en el DHIN. Alférez, al día siguiente, me contó como había ido la reunión.

Él, de forma egoísta, según confirmó, le interesaba más que a nadie nuestra incorporación a la Dirección del Club para que le liberáramos de una parte de su tarea como Secretario. A la vez, podíamos encargarnos de las ediciones y también de los derechos de autor, persiguiendo a los editores y a los piratas del mercado. Todo aquello quedó como un intento loable.

Lo malo del asunto, es que para hablar de un tema de tanta trascendencia, el DHIN, en lugar de concertar una reunión extraordinaria convocando a todos los Socios para que emitieran su opinión, ésta, sólo fue emitida por unos pocos, por cuanto la mayoría ni se enteró. Esta decisión, acertada o no, en gran manera, motivó el impulso de otra entidad de tipo cultural, el CAH.

En las siguientes votaciones para presidir el DHIN, Bosch Penalva ante la pobre visión de la realidad que tenían los profesionales de la historieta, prefirió arrojar la toalla. Alférez y Carrillo dimitieron de sus puestos para dejar la Junta Directiva para siempre. Eso fue el principio del fin. Nadie de la Asociación, ni pudo ni quiso cubrir la baja de Alférez y de su hija como ayudante, que mantenían bien alto el pabellón del Club.
Carles Freixas

El trabajo del resto de dibujantes, incluyendo los de la Junta Directiva, nunca tuvieron tiempo o fueron incapaces de cargar con su labor diaria y el funcionamiento de la Asociación. Por falta de ideas, un Boletín irregular a partir de la huida de Alférez y la escasa disposición de arrimar el hombro, hundieron en el descrédito al DHIN hasta que desapareció.

La vida del Club DHIN, para desgracia de la mayor parte de los que formamos parte de él de forma anecdotica, resultó ser más corta que el grupo reivindicativo que amplió sus objetivos. Esta es otra historia que cuento en el capítulo de ENTRE TEBEOS, dedicado al CAH (Club Amigos de la Historieta).

Un dia por la tarde de febrero de 1975, cuando me encontraba en casa, leyendo el periódico y calzando las zapatillas descansa pies, recibí una llamada apremiante de teléfono. Me pedían por favor por parte del DHIN si podia ir al Club. Habían programado para dentro de una hora una conferencia hablando de uno de sus Socios Dibujantes y el ponente les había dejado colgados.

-Hola, Delhom. Soy Bosch Penalva-era quién se puso al habla.

-Hola Antoni-respondi. ¿De qué se trata?

-Perdona que te moleste, pero tenemos un problema. Antonio Martín estaba invitado a dar una conferencia pero ha perdido el avión desde Madrid y le será imposible acudir a la hora fijada. ¿Puedes venir tú y hablar  sobre cualquiera de nosotros que conozcas?
Lluís Montañá

De momento me quedé sin habla. Tardé unos segundos en contestar. Supongo que para mi interlocutor la espera le resultaría larga. -¡Bueno! ¡No sé! ¡De que queréis que hable en concreto?

-De lo que se te ocurra. Puede ser de la vida o la obra de cualquier autor de historietas. Interesa que vengas deprisa. Coge un taxi y ven volando. Es un gran favor que te pido.
José Luís Ferrer

Pensé rápido. Como estaba pasando a máquina la biografía de Juan García Iranzo, podía hablar sobre su vida y también de aquellos tebeos que dibujó con evidente personalidad.

-Bien, Antoni. Como tengo algo escrito sobre Iranzo, si te parece puedo hablar de sus “milagros” tebeísticos.

-Me parece estupendo. Iranzo es uno de nuestros grandes representantes tanto por su obra como por su personalidad. Él estará allí. No se lo diré y así recibirá una sorpresa. ¡Te esperamos! ¡Adios!

-Hasta ahora-le dije, al tiempo que ambos colgábamos el auricular.

Me vestí como una exhalación. Le dejé uno nota a mi pareja –que se encontraba recogiendo a mi hija de la guardería--, indicando donde iba para no preocuparla por mi ausencia. Bajé a la callé. Tomé el primer “amarillo” que localicé y a toda pastilla me dirigí hacia el DHIN. Llegué sin novedad veinte minutos más tarde. Entré en las dependencias y Bosch Penalva, Alférez y Carrillo me esperaban.

-Hola José María-me saludó Alférez junto con Carrillo.

-¿Qué tal?-respondí, estrechando sus manos.

-Alférez nos ha sacado del atolladero. Ha pensando en ti como el mejor para esta situación-atajó Bosch Penalva. -Nos ha hablado muy bien de tu trayectoria como aficionado y también Carrillo.

-Gracias-añadí. -Me place que unos grandes profesionales como vosotros   hablen bien sobre uno, aunque ese uno sepa poco. Traigo el borrador que tengo a medio terminar a máquina sobre Iranzo. Me servirá para la ocasión.

Jordi Nabau


Mientras me preparaban la mesa para iniciar la actividad quedé en suspenso. Era la primera vez que me colocaba dentro de un auditorio compuesto de profesionales, muchos de ellos, con un largo recorrido como dibujantes e ilustradores de tebeos. Habían vivido muchas experiencias y compartido buenos y malos momentos en torno a sus sueños artísticos. Llevaban un amplio bagaje sobre sus espaldas y conocían perfectamente el medio que yo iba a tratar.

¿Cómo, entonces, hablar sobre uno de ellos, sin equivocarme? ¿De qué manera debía hacerlo? ¿Sería posible romper el hielo desde el inicio? En aquel momento, eran contados los amigos que tenia entre los profesionales. Por otro lado, era mi estreno como conferenciante. Nunca lo había hecho antes. A partir de aquella fecha ya fue una constante.
                                         
(Continuará
















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