domingo, 17 de enero de 2016

II-Un coleccionista inquieto

EJERCIENDO DE COLECCIONISTA      
Los contactos semanales con los aficionados barceloneses que acudían al Mercat de Sant Antoni, me ayudaban a mantener el espíritu de buscador de cuadernos raros, almanaques desconocidos, colecciones inencontrables y piezas sueltas. Era una actividad creciente que siempre consideré algo más que una distracción y afición.
 Algunas de las colecciones intercambiadas o compradas a diferentes aficionados

Creo que realicé los más fantásticos cambios de tebeos con muchos y variados aficionados. Casi cada semana había una operación que otra que poder terminar. ¡Aquello parecía jauja! Siempre metido ENTRE TEBEOS, tengo que confesar que fueron mis amigos posteriores, Ramon Florensa y Paco Baena, quienes más me motivaron y me empujaron a tomar decisiones importantes en mi vida (1).

(1) Por ser un punto importante en mi carrera de coleccionista primero y como investigador después, hablo largo y tendido en otros capítulos de ENTRE TEBEOS, de la amistad, de la personalidad y de la influencia que determinaron el encuentro primero y el contacto fluido posterior con Baena y Florensa

Aquel trajinar de cuadernillos de aventuras, de humor, monografias y lotes de diversas colecciones así como un sin fin de ejemplares sueltos, levantaron una gran expectativa entre la mayoría de aficionados. Especialmente activos, se  mostraron todos los fieles compradores habituales del Mercat de Sant Antoni, en aquella época, llamada también La Catedral de los tebeos. Aquel sin parar de mover material me ayudó mucho a poder dedicarme posteriormente a la investigación. ¡Gracias amigos!                      

Un día, tuve la fortuna de conocer la revista de información y estudios de la historieta, BANG! La publicación era dirigida con certera visión del panorama tebeístico español por Antonio Martín Martínez, un investigador conocedor del mundo de los tebeos editados en España. Quedé estupefacto al ir hojeando las páginas del primer número que adquirí de BANG! 
Revista BANG n.9 (1973) - Portada: Pepe González 

Entonces, me dí cuenta que aparte de los aficionados y compradores de tebeos, existian críticos y estudiosos que se tomaban muy en serio al 9º Arte, como lo designaron unos investigadores galos con el criterio de englobarlo como una denominación artística más.
Un domingo soleado, encontrándome en el Mercat de Sant Antoni, el historietista Antonio Pérez (Carrillo), a quien conocí meses atrás, me presentó a Antonio Martín. Siempre he creido que en aquel momento, mi persona debió resultar algo cómica al hablar como coleccionista a un “guru” de los tebeos. 

Lo que sí puedo afirmar es que aquel encuentro resultó interesante para ambos. Tras una breve charla en el Mercat, quedé con Antonio Martín para vernos en su casa una semana más tarde. De aquella visita y otras que realicé espaciadas en el tiempo, siempre hablábamos de lo mismo, de lo “nuestro”, de los tebeos y su entorno. Aprovechamos para intercanviar algunos cuadernos. Me llamó la atención, que en esos años, Martín hacía acopio de  todo lo relacionado con el papel antiguo que pillaba. Me pareció muy bien esta actividad de estudioso y aficionado a la vez.

En un momento dado, me plantee para más adelante, poder escribir algún artículo para BANG!. Desgraciadamente, llegué tarde porqué la revista cerró sus puertas antes de ser posible. Únicamente insertó un trabajo en colaboración.....del que hablo en otra parte.
El haber pertenecido al Club DHIN y al fracasado intento de reunir en él tanto a los profesionales historietistas como a los aficionados en un trabajo conjunto, me espoleó a buscar caminos nuevos donde poder orientar mi afición.

Antes y después de su colapso pude conocer a varios de los más prestigiosos dibujantes y guionistas de tebeos afincados en la ciudad Condal. Son los casos de Arnalot --y sus proyectos irrealizables--,  la família Blasco –unos trabajadores fecundos de la historieta--, Buxadé –un artista irreflexivo de pluma y pincel extraordinarios--, Ramón de la Fuente –un soñador de la historieta--, Manuel Gago –fabulador de un universo de aventuras medievales y otros campos--, y que murió prematuramente.

También, Hidalgo –la fotografía y el tebeo reunidos en un personaje único--,  Iranzo –un creador de aventuras imprescindible y humorista nato--, Roso, un magistral artista en todos los campos del grafismo. Como la vida y milagros de Víctor Mora, el más conocido guionista barcelonés de la posguerra. Este es un avance de muchos más autores quienes irán apareciendo paulatinamente en estos capítulos, especialmente el dedicado a ellos en particular.

La creación en 1975 del CAH (Club Amigos de la Historieta) propició que entré a conocer y frecuentar el trato con nuevos amigos. Entre los mejores, tuve la fortuna de conocer y establecer relaciones con Paco Baena y Ramon Florensa. De los cambios pasamos a una colaboración intensa en el Club y fuera de él. De Miguel Angel Aparicio conservo muy buenas vibraciones por todo cuanto le debo. De Aparicio, recuerdo especialmente con agrado, la visita que realicé a su casa acompañado por Baena y Florensa y que duró más de 8 horas. Y aquella antológica reunión empezó de la siguiente manera.

 Un fin de semana del mes de julio de 1977, aprovechando que ninguno de nosotros tenia otra cosa que hacer, me junté con Baena y Florensa y después de quedar telefónicamente para vernos con Aparicio, iniciamos una excursión con destino a Valencia que duro un par de días. Partimos el sábado al mediodía y realizamos el trayecto con el automóvil de Baena. Llenamos el depósito de gasolina y salimos enseguida a la carretera.

Poco después, enfilamos la autopista. Aún faltaba un poco para llegar a las dos horas de la partida cuando empezamos a notar que apretaba el hambre. Hicimos un alto en el camino deteniéndonos en un restaurante de la ruta. ¡Oh, desgracia! En mala hora tuvimos la ocurrencia de entrar en aquel establecimiento. Al cabo de un buen rato de estar estoicamente sentados aguardando que alguien se acercara y aguantando un calor de mil diablos, llegó un pundoroso maitre que nos presentó la carta. Todos pedimos espaguetis de primer plato. 

De segundo, Baena escogió un entrecot, Florensa un solomillo y yo un bistec hecho. Cuando nos sirvieron la pasta, nos dimos cuenta que era incomible para cualquiera de nosotros. En lugar de una pizca de sal, parecía que hubieran arrojado allí medio Mediterráneo. Hicimos una seña. El maitre obsequioso, preguntó que deseábamos. Le hicimos probar uno de los platos. El hombre casi se atraganta. Hizo que nos volvieran a traer otros. Erre que erre, los espagueti eran igual de salerosos que la primera vez. Desistimos del entrante y pasamos a pedir el segundo plato.

¡Oh, casualidad! Ninguno de los tres pudimos probar tan “deliciosas” viandas. Una de las carnes parecía un tizón, la otra chorreaba sangre y la última parecía la rama seca de un árbol. Cabreado como un mono exploté enfadado, mientras mis amigos se reían de aquella chusca situación. Florensa, esbozando una sonrisa burlona, le preguntó a uno de los camareros si podían hacernos una tortilla a la francesa –sin sal, porqué en todo caso se la añadiríamos nosotros--, servida con rebanadas de pan con tomate y un poco de queso –plató típico de Catalunya--, para ver si podíamos matar el gusanillo.

En esta ocasión comimos sin problemas. Al final, tomamos unos postres generosos que por suerte merecieron todos los honores. En el momento de pagar, el restaurante se excuso por la comida –dando entender que aquel día alguién saboteó la mayoría de los servicios del comedor--, y quedamos medio convencidos por sus explicaciones. No nos cobraron nada y salimos del establecimiento con el mismo dinero en el bolsillo con el que habíamos entrado.

Puestos de nuevo en ruta y para mitigar el aburrimiento, Florensa propuso un juego de adivinanzas. Consistía que uno de nosotros presentara el título de un tebeo o personaje español y los demás, debíamos adivinar la editorial, revista o en su caso, los autores gráficos y literarios. No recuerdo quien acertó más características de las apuntadas, lo único que me viene a la memoria es que ha sido uno de los mejores viajes de mi vida compartido con camaradas. Así pasamos el rato tanto en el camino de ida como en el de vuelta. Era un juego de niños que resultó divertido. 

¡Y es que casi un niño venía con nosotros! Florensa, a la sazón, tenia 17 años. Su precocidad le había hecho comenzar a coleccionar muy pronto, a los 14 años  y en plan  modesto. En el CAH apoyado por Baena y por mí, tomó carrera acelerada y en pocos años, se convirtió en un especialista consumado tanto de los tebeos como de diversos campos del coleccionismo. Siempre admiré de él, su capacidad innata para descubrir lo que nadie había advertido y adquirir todo tipo de piezas a precios irrisorios.


EL UNIVERSO EN GUERRA (1936) - Jaume Tomàs-Huertas Ventosa

Florensa, siempre fué un verdadero lince para los negocios. Llegados a la capital del Turia y reunidos con Aparicio, aprovechamos para tener una larga y generosa tertulia. Entre diversos temas, en la extensa charla abordamos la posibilidad de convertirnos algun día en editores de tebeos (1).

TRAGEDIA EN ORIENTE - (1979) - Jesús Blasco
                                                       
(1) Todos nosotros, de alguna manera, acabamos siéndolo con mayor o menor acierto. Baena con Aparicio, editaron un preciosos álbum de CUTO-TRAGEDIA EN ORIENTE. Baena junto a Ramón Florensa publicaron EL UNIVERSO EN GUERRA, LOS TAMBORES DE FU-MAN-CHU y LA ISLA DEL TESORO y colaboraron en distintas redicionees del CAH. Asímismo, Baena en solitario se encargó de la realización de BREU HISTÒRIA DE CATALUNYA en 3 tomos, un trabajo de lujo encargado por La Caixa.

Años más tarde, Baena con sus extraordinarias y cuidadas ediciones de temáticas del coleccionismo no ha tenido rival. Un ejemplo, sus magníficos libros, entre otros, EL PROGRAMA DE MANO DE CINE EN ESPAÑA, SOLIGÓ,  EL CARTEL DE CINE EN ESPAÑA y LA EDITORIAL MAGAMi labor de modesto editor ahí queda reflejada en varios capítulos de ENTRE TEBEOS.

De regreso a Barcelona, nos llevamos unas cuantas colecciones de tebeos que le compramos. Yo, salí especialmente contento del viaje. Aparicio me sugirió que le comprara su Archivo de tebeos, cosa que me apresté a hacer sin pensarlo dos veces. Esto siempre se lo agradecí, más sabiendo que otros coleccionistas se interesaban por su adquisición y que le daban más dinero. Después de adquirir su Archivo, lo amplié hasta reunir el que tengo en la actualidad. Me ha servido para empezar a estudiar las diferentes colecciones de tebeos hispanos y trabajos posteriores.


Almanaque (1952) - Portada: Manuel Gago

En diferentes ocasiones, tuve estrecha relación comercial con Aparicio. La camaradería formaba parte del ritual. Actuaba siempre con la dualidad amistad-comercio, sin pasarse nunca. En las ocasiones en que se presentaba por casa o previamente me llamaba para quedar para vernos, llevaba consigo tebeos interesantes. Recuerdo especialmente la última vez que nos vimos.

Era una visita que concertó en CERCLE DEL CÒMIC. Llegó en tren a la ciudad Condal, un domingo por la mañana. Con él, traía una importante y valiosa cantidad de tebeos. Esta fue nuestra última entrevista. La recuerdo como si se tratase de ahora mismo.


Almanaque (1945) - Portada: Ayné

-Hola Jose María. ¿Qué tal estás?-me saludó, Aparicio.
-¡Muy bien! ¿Y tú...?-le contesté.
-Voy tirando. Te he traido un montón de colecciones y Almanaques para que contentes a muchos de los Socios de CERCLE-mientras hablaba, del maletón  que trajo consigo de Valencia empezó a extraer cuadernos. Encima de la mesa se mezclaron las 25 colecciones cortas de la Valenciana y de otras editoriales españolas junto a los Almanaques de aventuras. Se formó un abigarrado montón de papel impreso.

-Gracias-le dije. Después pasamos a hablar como de costumbre de la temática de siempre, los tebeos. Quiso saber si seguiría con las ediciones de personajes españoles ahora que estaba al frente de CERCLE. Le contesté que sí. Por descontado que continuaría editando a los autores españoles. Se nos hizo la hora del almuerzo y nos fuimos a comer a un restaurante cercano. Por la tarde, nos despedimos con un abrazo. Nunca más lo volví a ver. A lo más, escuché alguna vez su voz a través del teléfono, saludándome a mí y a mi pareja, de la cual guardaba un gran recuerdo. Nada más.

Transcurrieron unos cuantos años. Por el común amigo Baena, me enteré que la vida profesional de Aparicio le colocó en una situación de penuria. No pudo o supo salir de aquella situación anómala pese a que se le ayudó a poder hacerlo, especialmente por parte de Baena.

Al final, la depresión consiguiente y un estado paupérrimo de vida le llevaron a un final indeseado. Con la muerte trágica de Aparicio me quedé sin uno de mis mejores amigos. El coleccionismo de tebeos perdió a todo un caballero, a un conocedor de primer nivel y a un defensor de la historieta valenciana.


Almanaque (1950) - Portada: Manuel Gago


¡Un abrazo donde te halles Miguel Angel ¡Nunca podré olvidarte.

(FIN DEL CAPÍTULO)







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