miércoles, 9 de diciembre de 2015

I-Rebobinando

ACLARACIÓN
Por ser una labor de varias décadas de mi vida ENTRE TEBEOS, este primer capítulo sólo pretende ser un resumen de toda la experiencia acumulada durante muchos años en ese campo del arte. Hay espacios importantes que serán comentados ampliamente en sucesivos capítulos. Existen muchos datos históricos sobre la creación de diversas colecciones que son explicados en profundidad en otro lugar.

El pertenecer a diferentes colectivos, que alguna manera u otra afectaron también a mis vivencias, primero como aficionado y después como investigador, también estarán presentes en esta recopilación sobre el pasado y el presente de mi vida entre las revistas de historietas. Me refiero concretamente a las Asociaciones culturales a las que pertenecí y a los editores con los que traté.

Y todas aquellas personas que tuvieron algún tipo de relación conmigo y con los tebeos, irán apareciendo a lo largo y ancho de estas crónicas. Entre ellos, a los amigos decisivos en mi vida, coleccionistas y aficionados, dibujantes y guionistas de historietas, en definitiva, aquellas piezas que completan el puzle de mi vida ENTRE TEBEOS.

ASÍ EMPEZÓ                                                                                     
Desde muy niño fui un apasionado de los tebeos, un lector voraz e insaciable. Se puede decir que aprendí a leer con ellos. El recuerdo más antiguo que poseo sobre ese hábito de lectura, se remonta a la edad infantil con apenas cinco o seis años. A mi tío Federico le debo esta afición que sigue, sigue y sigue....A partir de entonces --y durante más de tres lustros--, tebeos y novelas ocuparon casi por completo mi tiempo libre.

Esas lecturas infantiles aceleraron mi precoz aprendizaje. Los tebeos que más me condujeron hacia una comprensión rápida de las letras fueron EL GUERRERO DEL ANTIFAZ y la revista TBO. Antes de los 8 años, leía con fluidez, entendiendo la mayoría de las publicaciones que caían en mis manos. Desde una tierna edad, en la escuela igual que otros chicos, tuve que pelearme con las matemáticas y otras asignaturas. Asimismo, los tebeos aceleraron mi comprensión ante los farragosos textos escolares.
               EL GUERRERO DEL ANTIFAZ n.108    Año publicación (1944)   Manuel Gago

Por pura casualidad, poco después conocí a uno de mis mejores amigos, de profesión ferretero, Emili Bona. Más adelante, ya de adultos, junto a él, realicé diferentes proyectos, compartiendo planes, estructurando nuevas formas de exposiciones y otras actividades paralelas. Siempre me apoyó y estuvo a mi lado como otros buenos amigos que conocí con el paso de las décadas.

A los 12 años, ingresé en Colegio la Salle a donde me enviaron mis padres contra mis deseos. De allí, nunca me gustó ese tufillo sotanesco que se respiraba a todas horas. Sin embargo, guardo algún buen recuerdo que me sucedió. Porqué, unos hermanos algo pendencieros con los que compartí clase en La Salle, fueron los que me motivaron hacia la lectura de algunas de las novelas populares que poseia su padre.

Los hermanos Ramón, encontraban gracioso –nunca leían nada ni por casualidad--, que otro estudiante como ellos sintiera aquella atracción –creían enfermiza--, hacia los héroes de tinta. Eso es lo más positivo. Lo negativo es que nunca me sentí a gusto en aquella escuela con métodos rigurosos y poco o nada democráticos.

Quizás por ello, me rebelé cuando mis padres quisieron que impartiera el bachillerato en la Salle. Me negué de tal manera, que antes de terminar el último curso busqué un trabajo a horas mientras finalizaba el plan de estudios secundario. Un año más tarde, gracias a la confidencia de un vendedor amateur de tebeos del barrio de Poble Nou, conocí el Palacio de los tebeos en Barcelona, el Mercat de Sant Antoni. Por eso, muchos domingos acudía allí donde cada fin de semana, por las mañanas, se abría al público un mercadillo que inaugurado poco después de acabada la Guerra Civil.

Era una época en que un chico de mi edad podía ir sólo a casi a todas partes. La tranquilidad de no ser molestado venia por el control social que ejercía la Dictadura. En el Mercat, se vendía todo tipo de papel, principalmente tebeos, cromos y novelas populares. A pesar de la modesta retribución semanal que me entregaban mis padres, en aquel lugar adquiría cuadernos, generalmente de aventuras.

Esa temática era la que más me gustaba en esos años y siempre salía fascinado de poder admirar aquel mundo fascinante de tebeos, repletos de colorido. Allí conocí al emperador de los tebeos, que por aquel entonces era Angel Sánchez, ayudado por su hijo Agustí. Durante lustros, su conocida parada estuvo durante más de 40 años ofreciendo publicaciones a un buen número de aficionados.

Otro mal recordatorio de La Salle lo tengo respecto a un profesor. Con actitudes chulescas me quitó una etapa de una colección de tebeos muy apreciada por mí y que llevé al Colegio un mal día que tuve para dejársela a unos compañeros. Más que el expolio, me supo mal que dijera que en clase no había que llevar tebeos. Aquella frase despectiva, se convirtió en mi mente como si se tratara de haber cometido un delito. Luego, después del rifirrafe que tuve con él busqué y encontré, la forma de devolverle la pelota.


                             TBO (sin nº) n.6  Fecha publicación (1940) Portada: Benejam

Entrado en la juventud y en la edad adulta, realicé diversas actividades: deportivas, culturales y de esparcimiento. Contacté de nuevo con Bona y la amistad se estrechó. Con él y la compañía de nuevos amigos incursionamos en la realización de “guateques” y otros divertimentos varios con la complicidad de Josep CanetJosep Lluís CodinaGassóAntoni MiquelJuan Veleta y otros que también se sumaron.

A los 19 años, intenté que la Editorial Bruguera me publicara un guión detectivesco que realicé por pura afición y siguiendo los consejos de un profesional que me asesoró. Aquellos textos, a pesar de ser bastante corrientes, al comité asesor de la empresa le debieron gustar. Intentaron que trabajara para ellos. Querían encasillarme, de momento, en escribir guiones de EL CAPITÁN TRUENO. La propuesta dejó de interesarme y seguí en la empresa textil donde trabajaba.

Al poco de regresar de la “Mili”, conocí a la que luego seria mi esposa y también cambié de trabajo. Las telas las suplí por el papel impreso. Dejé aparcados los tebeos porqué entre el trabajo, el noviazgo, la vivienda y el preparar la boda, ocuparon todo mi tiempo. Mi pasión por la historieta se fue enfriando hasta casi desaparecer.

ENTRO EN UN CLUB DE COLECCIONISTAS                                         
Durante el mes de marzo de 1971, en uno de los largos paseos que sostenía habitualmente con mi pareja por la ciudad, paramos a descubrir casualmente una entidad conocida como la ASOCIACIÓN DE COLECCIONISTAS, de Barcelona. Un rótulo en la calle, al lado de la puerta de entrada de la asociación, nos condujo directamente hacia ella.

Allí nos recibieron y atendieron la mar de bien, mostrándonos diferentes vitrinas donde estaban guardadas algunas muestras de coleccionismo. Quedamos admirados ante lo que se ofrecía ante nuestros ojos. Habían diferentes piezas de filatelia, numismática, gozos, soldados de plomo, programas de mano junto a otras temáticas coleccionables, armas antiguas y también unos pocos tebeos.

Nos preguntaron si coleccionábamos alguna cosa. Respondí que antiguamente era aficionado a los tebeos. Hacia años que los tenia olvidados. Cuando acabó la visita, el Secretario que nos atendió, antes de despedirnos nos habló que sí volvíamos en otra ocasión, nos presentaría al único Socio que tenían que era coleccionista de tebeos. Los Socios, se reunían una vez por semana y por la tarde. Aprovechó para entregarnos una tarjeta con sus señas.

Le dije que en principio, a la semana siguiente, acudiría yo a la Asociación. El día acordado y puntualmente me presenté de nuevo allí. Fui en busca del Secretario quien confirmó la asistencia del frigorista, el aficionado a la historieta Josep M. Mientras conversaba con algunos de los miembros de la entidad llegó el interesado. Nos presentaron.

Enseguida me dí cuenta que el recién llegado era un entusiasta. Le mostré los cuadernos que traje de casa. Él, los observó detenidamente para segundos después, pasar a hacerme un discurso de las revistas de historietas, defendiendo en especial, las que le parecían mejor. También tuvo tiempo de discursear sobre las editoriales, los dibujantes y los guionistas.

Su entusiasmo atrajo mi curiosidad. Me transmitió sensaciones añejas que tenía olvidadas. Me comentó que compraba habitualmente tebeos casi cada semana en el Mercat de Sant Antoni. A la vez, mantenía una relación de intercambio de tebeos con varios coleccionistas como él.

Nunca llegué a creer que los tebeos constituyeran unos materiales para coleccionar habitualmente. Lo tomaba como un pasatiempo escolar. Aquel día, salimos tarde de la Asociación. Nos despedimos y quedamos para vernos el Domingo por la mañana y a primera hora en un bar cercano al Mercat de Sant Antoni. Unos días después, tuve ocasión de volver a saludar después de años, a los antiguos vendedores, los Sánchez, ya convertidos en aquellos tiempos, en unos comerciantes reconocidos fuera y dentro del dominical mercado.

                      El CAPITÁN TRUENO El n.69 (1958-27-1) Ambròs-Víctor Mora

MI CONVERSIÓN EN COLECCIONISTA DE TEBEOS                  
Siempre deberé Josep M., lo importante que para mí resultó nuestro primer encuentro. Los sabios consejos de un veterano, me allanaron el camino para empezar a coleccionar tebeos en mayúsculas. Luego, me fueron presentados diferente coleccionistas conocidos suyos.

Unos días más tarde me hice Socio de la anteriormente visitada, ASOCIACIÓN DE COLECCIONISTAS de la Gran Vía. En Ella estuve cerca de un año. Josep M., y yo, nos desviamos hacia una entidad menor de coleccionismo. En el nuevo ente, permanecimos un poco más, aunque por razones de organización cerró las puertas antes de lo esperado.

Antes de la clausura, junto con Josep M., me dio tiempo a preparar --creo que fue la primera que se organizó en Barcelona--, una Exposición de tebeos españoles. Tiempo después, ocurrió algo lamentable. Mi amigo y compañero de lo tebeos, tuvo un desgraciado lío de faldas al que siguió el abandono familiar y su desaparición temporal.

Estuvo muchos días ausente. Cuando volvimos a vernos, me enteré que de de forma apresurada se deshizo de todas sus colecciones de tebeos, a un precio irrisorio. Quiso recoger un dinero para.... En fin, una desgracia que siempre lamenté, especialmente por su familia.

Después de la espantada, apenas nos veíamos con Josep M., hasta que por voluntad propia, hizo mutis para el mundo del coleccionismo de tebeos. Fue una verdadera lástima. Yo me quedé sin un amigo. El mundo de la historieta perdió a un intrépido rastreador del medio y a un aficionado entusiasta.

La realidad me hizo acercarme a distintos forofos de la historieta con los cuales y a menudo, mantuve repetidos contactos. Realicé distintas operaciones de compra y cambio. Entre los recuerdos de aquellos días, destacaron algunos coleccionistas con los que establecí mayor relación tanto de Barcelona capital como de provincias.

En el Mercat de Sant Antoni, conocí a los más importantes aficionados de aquellos años. Quiero recordar a Julio BañosAntonio Bonastre, Andrés Candomeque, Juanjo de la Fuente, José L. Elía, Gassó, Raimundo Iglesias, Jaume Llorens, Lluch, Josep Martínez, Fernando Núñez, Juan Miguel PascualJosep Torné y algunos más. Con muchos de ellos inicié intercambios o les adquirí diferentes tebeos.

Un día apareció por el Mercat de Sant Antoni procedente de Valencia, otro buen aficionado, Miguel Angel Aparicio, del cual hablaré más adelante en otro apartado. Por su mediación y consejos, entré en el conocimiento de distintos autores, editores valencianos y algunos tebeos antiguos. ¡Que buenos ratos pasé con él!

Igual sucedió con otro coleccionista-comerciante de Madrid. Se trataba de Luís Esquiró quien una vez en Barcelona, armó la marimorena. ¡Una revolución total en el Mercat de Sant Antoni y un encarecimiento de los tebeos! Sus movimientos de compra, búsqueda y venta, siempre fueron estimulantes. Con el paso de los años, nuevos aficionados de diversos rincones del país se unieron a los antigues. Es el caso de Juan Damián, Jesús García, Eduardo Hernández,  Juan A. Lahoz, Juan Mateu y Alfonso Prieto.

En ese tiempo, descubrí la revista BANG, una publicación puntera de información y estudio de la historieta. Era editada en Barcelona con criterio. Llegué a conocer a su director Antonio Martín, con el que establecí alguna relación de intercambio. Me lo presentó el dibujante de tebeos, Antonio P. Carrillo un día que asistí al Mercat de Sant Antoni.

EL CLUB DHIN
Entre 1972 y 1974, diferentes circunstancias hicieron que cambiara la perspectiva que tenia sobre los tebeos. Parte de ello, fue por culpa de un grupo de historietistas que crearon el DHIN, un club de dibujantes e ilustradores, mayormente de historietas. Su principal finalidad era la de reunir a todos los profesionales de España y recuperar sus derechos de autor entre los editores.

Yo me enteré por mediación del Secretario de la Asociación, el buen amigo y algo más que alma de aquel círculo de autores, Pedro Alférez. Me asocié como simpatizante aunque la contribución económica fue poco recompensada en el momento de poder proponer nada. Eso sí, se lograron alcanzar algunos de los objetivos buscados. Antes del cierre estuve a punto de darme de baja.

Seguí en él, hasta que el Club desapareció. Con el declinar del DHIN, junto a un grupo de coleccionistas conocidos y otros que se sumaron, quedamos en reunirnos después de las vacaciones para intentar crear un Club de aficionados a los tebeos. Cada uno de nosotros debería presentar un plan de acción.

             EL JINETE FANTASMA n.41   Fecha publicación (1947)-Ambròs-Federico Amoròs

MI RELACIÓN CON LOS HISTORIETISTAS ESPAÑOLES          
Durante los años de existencia de eln Club DHIN tuve la fortuna de conocer personalmente a muchos dibujantes. Aquellos profesionales me brindaron datos y consejos imprescindibles para conocer un poco más la Historia del Cómic Español. Desde aquí, quiero rendir mi tributo de admiración a todos ellos, tanto a los que están como a los que desaparecieron.

Me es grato citar a mis amigos profesionales de la historieta, Juan AAbellán, Pedro Alférez, Miquel Ambròs, Manuel Arnalot, los hermanos Blasco (Adrìa, Alexandre y Jesús), Félix Borné, Antoni Bosch Penalva, Jordi Buxadé, Antonio P. Carrillo, Ramón de la Fuente, Manuel Gago, Rafael González Martínez Osete, Francesç Guinovart, Francisco Hidalgo, Alfons Figueras, Juan G. Iranzo, Angel PardoVicente Roso, Leopoldo Sánchez Josep Toutain. ¡Cuantas hora pasamos juntos rememorando actividades y distintas creaciones surgidas de sus lápices mágicos! ¡El tiempo transcurrido no ha hecho que los olvide y creo que tampoco lo hará jamás!


(continuará)

No hay comentarios:

Publicar un comentario